La ventaja de la natación reside principalmente en la capacidad del agua para amortiguar el peso corporal y obtener una mayor libertad de movimientos. Además te ayudará a:

  •  Relajar las zonas del cuerpo que se sobrecargan por la distribución del peso durante la gestación y libera las articulaciones.
  • Controlar el peso durante el embarazo.
  • Mejorar el sistema cardiovascular.
  • Proporcionar tonicidad a los músculos.
  • Disminuir la inflamación en las venas.
  • Aumentar la flexibilidad del cuerpo y la resistencia aeróbica.
  • Reducir el estrés y la tensión nerviosa al conocer el cuerpo y aceptar sus cambios.
  • Contribuir en la preparación al parto.

Si no eres una persona que tenga el hábito del ejercicio, esta etapa no es la ideal para aprender a nadar o retomar la actividad física por lo que primero es importante consultar a tu médico, quien debe conocer si tuviste antecedentes hemorrágicos o de partos prematuros, si presentas factores de riesgo cardiovascular como hipertensión, si tu embarazo es múltiple o has tenido algún aborto previo.

Si decides empezar a nadar, es importante que tomes en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Toma pausas con frecuencia y nunca lleves el cuerpo al límite. Evita agotarte.
  • Asegúrate de la buena condición sanitaria del lugar donde nadas, ten mucho cuidado con las caídas al entrar y salir del agua.
  • Escoge un horario más tranquilo de afluencia para evitar posibles golpes accidentales.
  • Evita la natación en las semanas previas al parto, ya que aumenta el riesgo de infecciones.

Disfruta tu momento al nadar y toma tus precauciones.