Organiza tu dieta y conoce la mejor manera en que debemos llevar nuestras comidas.

El desayuno debe ser abundante, pero una hora después de levantarnos. Según explicó la portavoz de la academia estadounidense de nutricionistas y dietistas Constance Brown-Riggs en la revista LiveScience, lo ideal es desayunar una hora después de levantarnos, pero nunca debemos saltar el desayuno.

Respecto a qué y cuánto debemos desayunar existen muchas opiniones distintas, pero muchos nutricionistas coinciden en que lo ideal es empezar el día con un desayuno rico en grasas, y con esto no me estoy refiriendo a que puedes desayunar unos taquitos de carnitas, sino que existen grasas que son buenas y son requeridas por nuestro cuerpo para su correcto funcionamiento. Un desayuno rico en grasas buenas contribuye a mantener un metabolismo normal. En cambio, las personas que inician el día consumiendo alimentos ricos en carbohidratos tienden a retener más las grasas cuando consumen otro tipo de alimentos, además de tener más posibilidades de sufrir síndrome metabólico.

La comida que sea variada, reposada y abundante.

Es mejor para el cuerpo comer más y cenar menos, ya que las calorías consumidas durante el día se distribuyen de manera uniforme y nos sentimos satisfechos. En cuanto a las personas que retrasan la comida principal del día, pierden menos peso que los que comen temprano.

La hora en que comemos es decisiva. Estudios muestran que las personas que retrasan hasta tarde la comida principal, después de las 15:00 horas muestran una pérdida de peso significativamente menor que los que comen más temprano. Planea tus comidas abundantes en vegetales, que sean grandes en volumen, pero no en calorías.

La cena que sea temprano y sencilla.

Los nutricionistas coinciden en que la última comida del día tiene que ser la más ligera y se debe tomar al menos 3 horas antes de ir a la cama. La cena ideal debe aportar entre el 15 y el 25% de las calorías diarias. Por la noche ocupamos poca energía, por lo que tardaremos más en quemar las calorías que hayamos ingerido, pero también es el periodo del día en el que pasamos más tiempo sin llevarnos nada a la boca. Mientras dormimos, si nuestra cena fue insuficiente, el cuerpo tomará de las reservas.

Estudios han relacionado las cenas tardías con la obesidad, y no sólo porque la quema de calorías será más lenta, sino que se suele ingerir más. La explicación es simple, aquellas personas que se acuestan más tarde y comen durante ese periodo de tiempo, tienden al mismo tiempo a comer alimentos más cargados de grasas y carbohidratos.

Ahora ya lo sabes, a cada momento de día le corresponde su tipo de alimento.