Muchas veces nuestro acelerado ritmo de vida no nos permite detenernos a reflexionar sobre lo que comemos durante el día, ni cómo nos sentimos después de comerlo; esto puede poner en riesgo nuestra salud, pues muchas veces comemos por estrés, ansiedad o nervios.

Además de problemas de peso, el comer por impulso puede traer otras consecuencias como baja autoestima e inseguridad. Te compartimos algunas claves para distinguir entre el hambre emocional y real.

1. El hambre real aparece de forma progresiva, el hambre emocional llega de forma abrupta.

2. El hambre emocional va ligada a una sensación de ansiedad o estrés y parece no tener fin; el hambre real va disminuyendo a medida que comemos.

3. El hambre emocional puede estar asociado con la inactividad o el aburrimiento, aparece entre horas a pesar de haber comido bien durante el día.

Una vez que has detectado el hambre emocional, hay algunos tips que puedes poner en práctica para combatirla:

  •  Procura llenar ése vacío emocional con actividades divertidas y no con comida, por ejemplo hacer ejercicio, leer un libro o ver una película.
  • Antes de comer cualquier cosa, intenta beber un vaso de agua, a veces podemos confundir la sed con hambre.
  • Come de 5 a 6 veces al día, date un descanso de 10 minutos por cada dos o tres horas de trabajo y come algo saludable.
  • Cuando sientas hambre, cómete una fruta, una ensalada o cualquier cosa saludable, quizá de momento no quedarás satisfecho, esto también te ayudará a distinguir el hambre emocional del real. Cuando tenemos hambre real nos «conformamos» con cualquier cosa, el hambre selectiva generalmente es hambre emocional.