El cáncer de mama se desarrolla más en países industrializados, en donde la alimentación es ilimitada, que en los países con estilos de vida más tradicionales. Se ha estudiado la relación entre el riesgo de padecer cáncer de mama y la alimentación, y se ha concluido que comer menos y realizar más ejercicio puede ayudar a combatirlo.
Las altas concentraciones de progesterona en los ovarios se asocian con el incremento del cáncer. Así mismo, una ingesta calórica alta se asocia también con mayores concentraciones de hormonas, y por el contrario, un estilo de vida sedentario se relaciona con una función limitada de los ovarios y como consecuencia, una menor concentración de hormonas.
Los autores de la investigación concluyen que, debido a que la función de los ovarios responde al estado nutricional de la mujer y éstos a la concentración de hormonas, se puede prevenir el riesgo controlando lo que comemos y realizando más ejercicio.
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